30 de octubre de 2008

TERROR DEL BUENO

Jon Bilbao, además de ser dueño de un primer apellido excelso, es un narrador con muchísimo oficio, lo cual adquiere visos de exclusiva en una actualidad literaria en la que, más que escribir, está de moda ser escritor y gritarle al oído a los contemporáneos qué y cómo deben escribir.

Como una historia de terror es un libro clásico, en el sentido más digno y valioso de la palabra, siete historias que consiguen atrapar al lector en sus ficciones mediante una prosa inafectada y pulcra al servicio de la tensión narrativa y de la intriga, de las cuales el escritor asturiano demuestra ser un hábil estratega pues maneja con pericia ritmo, clímax, indicios y señuelos.

A la hora de juzgar un libro, con independencia del género al que se adscriba, acostumbro a fijarme sobremanera en cómo se desarrollan y resuelven las escenas de sexo y de violencia, ya sean verbales o físicas, pues es en éstas donde con mayor facilidad suele quedar a la intemperie el trasero de los escritores, de manera que no pocas veces lo que pretendía ser objeto de subyugación, sacudida, escándalo o excitación acaba resultando inane o, pero aún, risible. Pues bien, Jon Bilbao no sólo sale airoso de tales trances sino que se permite la licencia de narrar uno de los polvos más singulares (El hambre en los alrededores del lago) que quien esto escribe ha leído.

Otra característica que me ha llamado la atención de los relatos es la condición protagonista del entorno y de los animales, que son tratados con el mismo mimo, o a veces incluso superior, que los personajes de carne y hueso. Por las páginas del libro desfilan fortalezas, yates de lujo, bosques amenazadores, cabañas, casas transparentes, apartamentos con vistas al muelle, etcétera, metáforas de situación perfectamente armonizadas en la “arquitectura” y el misterio particulares de cada texto. Con los animales ocurre otro tanto de lo mismo. Los hay de naturaleza noble: perros y palomas mensajeras; pero también acechantes e invasores: una rata (protagonista absoluta del para mi gusto mejor relato de la colección, Rata, un texto que bien pudiera convertirse en una leyenda urbana), y un sinfín de ardillas (más ratas, en este caso trepadoras).

Y, hablando de ardillas, para terminar, les recomiendo vivamente el relato que cierra la colección y la da título, Como una historia de terror. Lo hago no sólo como paradigma de tensión y conflicto, sino también como manual práctico para tejer y destejer tramas de misterio y de terror, en esta ocasión por boca de un personaje pedante y verborreico, a quien si me hacen caso y leen este libro pronto tendrán el placer de despreciar.

AVISOS PARA NAVEGANTES:

1. Algunas historias del autor asturiano no son fácilmente amoldables dentro de los cánones recalcitrantes del cuento, así que recomiendo a los puristas que se dejen en el armario, bien surtido de alcanfor, el traje de los prejuicios antes de leer el libro. La mayoría de los relatos superan la treintena de páginas, y alguno, como el que presta su título a la colección, están más cerca de la nouvelle que del cuento y en ocasiones se sustentan sobre andamiajes de largo aliento y acogen periodos descriptivos de mayor longitud con la finalidad, supongo, de crear atmósferas intrigantes y turbias y de allanar, encauzar, aventurar o difuminar los próximos movimientos de los personajes.

2. Con total seguridad Jon Bilbao ha recibido muchas influencias (de la literatura, del cine, de la televisión y del cómic, principalmente), pero no hay otra forma de hacerse y de ser escritor y, si la hay, seguro que es una chufa. En cualquier caso, yo me he limitado a escribir sobre el libro, nada más, sin meterme en consideraciones que corresponden al autor.

PRESENTACIÓN DE UN LIBRO DELICIOSO


Mañana, viernes 31 de octubre se presentará en Madrid Nosotros, todos nosotros, el esperado nuevo libro de cuentos de Víctor García Antón, que se abre con un prólogo del escritor y profesor Medardo Fraile.
El acto contará con la presencia del escritor Alfonso Fernández Burgos, y tendrá lugar a las 19 horas en el salón de actos de la Biblioteca Regional de Madrid Joaquín Leguina, en el complejo El Águila, de la calle Ramírez de Prado, número 3.

BEBÉS

Hoy, 30 de octubre de 2008, he sorprendido a mi hijo peinándose con mi cepillo de dientes.

28 de octubre de 2008

EL CICLO VITAL

Los seres humanos nacen, crecen, descubren el sexo individual, estudian, se enamoran, descubren el sexo en pareja, se cortan el pelo, trabajan, contraen matrimonio, se hipotecan, se reproducen, engordan, añoran el sexo en pareja, se divorcian, descubren el sexo en grupo, sufren un expediente de regulación de empleo, contraen al menos una enfermedad crónica, se prejubilan, cuidan de sus nietos, levantan la hipoteca, añoran el sexo, se mudan a un bajo o a un piso con ascensor, mueren, se pudren y, por fin, desaparecen.

23 de octubre de 2008

A + B

A es un escritor de masas: por el día escribe y por la noche trabaja en una pizzería.

B es un escritor de culto: todas las tardes, a eso de las cinco, trocea las páginas de uno de sus libros y, ceremonioso, va depositando un pedacito sobre la lengua de cada uno de los lectores que guardan cola ante su escritorio.

21 de octubre de 2008

"COMO UNA HISTORIA DE TERROR", DE JON BILBAO, EN TRES ROSAS AMARILLAS

La Editorial Salto de página y la Librería tres rosas amarillas te invitan a la presentación en Madrid del último libro de Jon Bilbao, Como una historia de terror.

»Jon Bilbao nació en Ribadesella (Asturias) en 1972 y estudió Ingeniería de Minas en la Universidad de Oviedo. Antes de dedicarse a la escritura trabajó en diversos lugares, entre ellos una central nuclear y una refinería de petróleo. En 2005 participó en la recopilación Ficciones, publicada por la editorial Edaf en colaboración con la Asociación Colegial de Escritores, y el mismo año obtuvo el premio Asturias Joven de Narrativa con el libro 3 relatos. En 2007 resultó ganador del XXXVI Concurso de Cuentos Ignacio Aldecoa por el relato Calor. En el catálogo de Salto de Página ha publicado la novela El hermano de las moscas y la colección de relatos Como una historia de terror. En la actualidad reside en Bilbao, donde trabaja como guionista de televisión.»


La presentación del libro al público tendrá lugar en Madrid el miércoles 22 de octubre a las 20.00 horas en la Librería tres rosas amarillas (C/ SanVicente Ferrer 34). El acto contará con la asistencia del autor y del escritor y crítico literario Juan Jacinto Muñoz Rengel.

Yo llevo leídos tres cuentos del libro, más o menos la mitad, y por ahora, pese a algunos excesos novelísticos, me está gustando y convenciendo.

16 de octubre de 2008

MIEDO DE CINE



Anoche padecí de insomnio y me dio por pensar en películas de terror. Me empeciné en rebuscar entre mi universo cinematográfico cuáles han sido los tres filmes de miedo que más me han impactado. La decisión no fue sencilla, estas decisiones nunca lo son, pero, tras darle muchas vueltas al asunto, escogí estos tres:

El péndulo de la muerte, de Roger Corman.

Creo que no cabe mayor horror que el de ser enterrado en vida ni mayor zozobra que la de oír un grito de ultratumba o cómo unos dedos arañan el interior de un ataúd. Recuerdo que la vi, siendo muy niño, en el UHF, como parte de un ciclo dedicado a Corman, el que fueron proyectadas también, entre otras muchas, La máscara de la muerte roja, El cuervo y El hombre con rayos X en los ojos.

Cromosoma 3, de David Cronemberg.

Tiernos infantes deformes. Basura genética ejecutora de un odio transmitido de forma telepática. Brrrrr. La vi en un cine de doble sesión que ya no existe, El Artagan, en Bilbao, y todavía me reviene a veces algún escalofrío.

¿Quién puede mata a un niño?, de Narciso Ibáñez Serrador, según el relato de Juan José Plans.

Más niños. Y niñas. Y más creciditos. Niños que, armados con cuchillos y hoces, caminan en patrullas las callejuelas entre fachadas recién encaladas, bajo la luz cítrica del sol, con la única intención de encontrar una nueva víctima. Juegos infantiles que finalizan con la muerte e, inexorablemente, vuelven a comenzar. Nunca antes los días luminosos me causaron tanto pavor. Aún hoy, cuando visito algún pueblo a la hora silenciosa de la siesta y me topo con algún niño jugando a la puerta de su casa, aprieto el paso o cambio de dirección.
¿Y las vuestras?

15 de octubre de 2008

Madrid censura el cartel de 'Diario de una ninfómana' por escandaloso



Escandaloso es dejar la gestión de los hospitales públicos en manos de las constructoras, intentar privatizar el agua a toda costa y escoger un tinte de pelo tan horrible.


14 de octubre de 2008

LA CORDILLERA EN LLAMAS

No hace mucho, durante la presentación del libro de relatos de Ignacio Padilla El Androide y las quimeras, el autor mexicano dedicó unos minutos de su charla a filosofar sobre La cordillera, la monumental novela que Juan Rulfo dijo estar escribiendo durante más de veinte años y que finalmente nunca vio la luz y, si vio alguna, fue en su mayor parte el resplandor del fuego; de manera que, visto el asunto con una pizca de humor, Juan Rulfo no sólo dejó El Llano en llamas, sino también La Cordillera.

Hablaba Padilla, casi entre amigos, de la posibilidad de que Rulfo jamás hubiera escrito una sola línea de la novela mencionada (un proyecto minucioso que se iba a desarrollar en Jalisco durante la rebelión de los cristeros (1925-1928)), y bromeaba incluso sobre la posibilidad improbable de que el celebérrimo escritor hubiera cobrado incluso un anticipo por la obra, con el consiguiente y lógico disgusto de sus editores.

El caso es que a día de hoy nadie, salvo que Rulfo vuelva a la vida, puede desvelar a ciencia cierta el misterio casi legendario que envuelve como una bruma a La cordillera. ¿Fue quizá una huída hacia delante? La única salida que encontró Rulfo para evitarse las explicaciones exhaustivas sobre el término de su legado. ¿Tuvo la oportunidad alguien de leer todo lo que Rulfo escribió de La Cordillera? ¿Hay o puede haber literatura donde no la hay?

Yo, como casi siempre, y esto empieza a ser una constante, no tengo respuestas. Les dejo pues con este artículo del escritor cubano César Leante, donde aparecen éste y otros asuntos póstumos. Espero que sea de su agrado. O no.

Juan Rulfo
(1918-1986)

El silencio de Juan Rulfo
Por CÉSAR LEANTE

GRACIAS A SU viuda, Clara Aparicio, la bibliografía de Juan Rulfo se ha incrementado con dos nuevos títulos. Aire de las colinas acaba de aparecer aquí en España, y son las cartas que el gran escritor mexicano le escribiera cuando la está enamorando. Los cuadernos de Juan Rulfo se publicó en México hace dos años, y recogen sus apuntes literarios. Unas 180 páginas componen el libro, y en él figuran cuentos que no llegó a publicar, esbozos de sus novelas Pedro Páramo y La cordillera (inconclusa o apenas dibujada). Al igual que ahora con las cartas, le fue arduo entonces a la señora Aparicio decidirse a dar a la imprenta aquellas notas de su marido, y de ahí que exclamase en la breve introducción rulfiana que inicia la obra: “Al parecer, es algo terrible lo que estoy haciendo”. Creía que Rulfo no lo hubiese aprobado, pues en vida él jamás pensó en hacerlo, esto es, dar publicidad a lo apuntado en sus cuadernos. Pero se justificaba o consolaba la esposa—albacea haciéndose esta reflexión: “Lo he pensado. Pero algo ocurre dentro de mí cada vez que repaso las páginas de estos cuadernos; cada palabra, cada frase, cargadas de vivencias y sentimientos, me hacen reflexionar sobre la necesidad de compartir estos relatos tan llenos de él y que, sin duda, contienen nuevas pistas para la lectura de Pedro Páramo y El llano en llamas”.
Esta última consideración, que las notas son como claves para una nueva lectura de las dos obras (maestras) de Rulfo, es de importancia capital. ¿Por qué rechazó Rulfo su publicación si, como afirmó el crítico español Pedro Sorela, “todas [las páginas] mantienen la altísima calidad de los dos únicos libros publicados por el autor en vida”? La respuesta está en la entraña dramática de estas anotaciones, ya que, otra vez en palabras de Sorela, “la muerte es quizás el tema más constante de estos pasajes desechados”. Muerte que figura en el cuento llamado Cleotilde, donde un hombre mata a trancazos a su mujer porque no puede seguir soportando sus infidelidades; muerte que está en el episodio titulado Mi padre, que es una versión del inicio de la novela Pedro Páramo. Allí se lee: “Mi padre murió un amanecer oscuro, sin esplendor ninguno, entre tinieblas. Lo amortajaron como si hubiera sido cualquier hombre y lo enterraron bajo la tierra como se hace con todos los hombres”. También muestran los Cuadernos el método de trabajo de Rulfo, y así nos enteramos de que la creación iba siempre con él, en ella estaba inmerso constantemente. “De pronto”, dice, “a media calle, se me ocurría una idea y la anotaba en papelitos verdes y azules. Al llegar a casa después de mi trabajo (...) pasaba mis apuntes al cuaderno”.
Como se sabe, entre su muerte, ocurrida el 7 de enero de 1986, y la publicación de su segundo y último libro, Pedro Páramo, median 31 años. Más de tres décadas sin que Juan Rulfo diera nada a la imprenta, ya no una novela, sino ni siquiera un cuento. Y, como vemos ahora por sus Cuadernos, tenía escrito algún que otro relato más, como Cleotilde, como Guerrillas. Durante su estancia en España en 1983, cuando le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias, el escritor español Ramón Hernández —que fue una suerte de inquisidor suyo— le preguntó concretamente por qué no escribía más. Rulfo acudió a las coartadas a las que había venido apelando desde años atrás para sortear el espinoso asunto: que necesitaba tiempo, del que carecía, pues todo el suyo se lo llevaba el Instituto Nacional Indigenista, donde trabajaba un promedio de diez horas diarias. Otras veces mencionaba la “necesidad económica”, porque en México “es imposible vivir de la literatura”. Como él mismo se daba cuenta de que eran explicaciones poco convincentes, aventuraba otras más íntimas: “Escribir me produce una angustia tremenda. El papel en blanco es una cosa terrible...”. O intentaba negar que no escribía del todo: “He trabajado en algunas historias cortas, no en ninguna novela, sino en cuentos que ya tengo terminados”.
Lo enfatizado por mí se da de boca con lo que acerca de su creación literaria se conoce, ya que es público que, desde la década de los sesenta, Rulfo estaba trabajando en una novela llamada La cordillera. Precisamente, el 16 de abril de 1963, el diario Excelsior, de México, le hizo una entrevista que tituló “La cordillera, nuevo libro de Juan Rulfo”. No se supo más de esta novela, sino el nombre. Pero en 1977 el patriarca de las letras ecuatorianas, don Benjamín Carrión, me contó lo siguiente: estando en México se había lesionado una pierna, por lo que debía andar en silla de ruedas. Juan Rulfo lo visitaba a menudo y lo llevaba al parque, donde se sentaban “a callarnos”. Don Benjamín era muy locuaz, muy comunicativo, por lo que la mudez debía provenir de Rulfo, de sus ensimismamientos o de su carácter introvertido. Pero en cierta fractura de aquellos “a callarnos” le confesó a Carrión que no había seguido escribiendo La cordillera porque “había mucha sangre en ella”. Lo poco que se ha filtrado de esta novela trunca —algunos pasajes de la cual aparecen en los Cuadernos— es que se desarrolla en Jalisco durante la rebelión de los “cristeros” (1925-1928). Juan Rulfo es precisamente de Jalisco y su padre fue uno de los “discípulos de Cristo” que se alzaron contra el presidente Plutarco Elías Calles cuando éste confiscó las propiedades eclesiásticas y prohibió a los curas participar en la política. El padre de Rulfo murió en la contienda.
Un cuento de él, La noche que lo dejaron solo, aborda este sangriento episodio. El protagonista, un joven devoto, se dirige a las montañas para unirse a los rebeldes en compañía de dos tíos suyos. Pero éstos son sorprendidos por los federales y ahorcados. Sólo el joven, por haberse quedado dormido, se salva. Anímicamente, Feliciano muy bien podría haber sido Rulfo, y el trauma que le ocasiona esta guerra civil absurda, fratricida, quizás explique la resistencia de Rulfo a continuar escribiendo una novela en la que muchos aspectos trágicos de las revoluciones de México tendrían que estar recogidos inevitablemente: la “mucha sangre” que le mencionó a Benjamín Carrión.
La tragedia es una constante en la obra de Rulfo; está presente casi en los veinte cuentos que componen El llano en llamas y en Pedro Páramo. Como si quisiera hacer patente esta característica de su narrativa, él mismo ha indicado que su novela es “un diálogo de muertos”: “La narración la empieza a contar un muerto a otro muerto... El pueblo también está muerto”. Ni siquiera la ecuanimidad, casi impasibilidad, del narrar rulfiano consigue amainar el impacto terrible de sus relatos. Tal vez, en contrario, este “distanciamiento” lo acentúa. Un repaso somero a las historias de Rulfo evidenciaría su insistencia en “personajes cuya existencia es un drama de desesperación sin fin”, como ha observado el crítico Donald K.Gordon. Macario es un desquiciado que aplasta cucarachas y se acusa de haber ahorcado a alguien; al narrador de Talpa lo acosa el remordimiento del asesinato que cometió en la persona de Tanilo; en Acuérdate, Urbano ha tenido relaciones sexuales con su prima y ha matado a su cuñado Nachito; La cuesta de las comadres parte de esta confesión que le oyó Rulfo a un padre, dicha con orgullo: “Todos mis hijos son asesinos”; Don Justo Brambila posee a su sobrina en En la madrugada, y en Pedro Páramo, Susana Sanjuán le suplica al cura que la case con su hermano. Incluso en el paisaje está la tragedia: la aldea de Luvina en Nos han dado la tierra está descrita como “aquel lugar donde sólo se oía el viento” y Comala es un pueblo fantasmal. Lo terrible de todo esto es que brota de observaciones personales de Rulfo, tanto en lo que respecta a los ambientes como a los personajes de sus historias. Refiriéndose a las aldeas de su región, ha confesado que “los sucesos más horribles ocurren en esos lugares”. Añadiendo este dato autobiográfico: “Me crié en San Gabriel y allí las gentes me contaron muchas historias: de espantos, de guerras, de crímenes”.
Es una hipótesis, pero tal vez por encima de la armoniosa estructura de sus narraciones, de la poesía de su lenguaje, en el cual el habla popular, esa “antigua voz de adobe, de maíz y de petate”, adquiere jerarquía estética, de su sugestiva utilización del tiempo, de su maestría en la pintura del paisaje, en suma, de su soberbia belleza artística, El llano en llamas y Pedro Páramo fueron ejercicios suficientes en los que Rulfo probó su capacidad para evocar la crueldad y el dolor, y no quiso repetirlo.

9 de octubre de 2008

BUNBURY Y SARRIONANDIA

No soy yo nada proclive a buscar respuestas, así que me limito a hacerme preguntas:

¿Qué necesidad tenía Bunbury de tomar prestados versos de Sarrionandia y Casariego sin citar la procedencia?
¿Es una estrategia de márquetin para tener presencia mediática?
¿Se trata de una simple negligencia o un puro desliz? ¿Si es así, por qué no reconoce el, por otra parte genial músico, la inspiración y pide disculpas a los autores o al entorno de éstos?

Puedes leer la noticia en El País.

Puedes comprobar aquí que no es la primera vez que el poeta Joseba Sarrionandia inspira a los músicos.

Joseba Sarrionandia , además de filólogo, poeta y miembro de ETA fugado de la prisión de Martutene dentro de un bafle el día de San Fermín (y, por tanto, en paradero desconocido desde 1985), es el autor de una conocida sentencia sobre la importancia del cuento: Los niños piden a sus padres que les cuenten cuentos, jamás novelas. Lo poco que se sabe sobre él puedes conocerlo aquí.

7 de octubre de 2008

GREGUERÍAS O ASÍ

Los fascistas no tienen culo, tienen fasciculo.

Si los cerdos volaran habría más tocino de cielo.

La economía no se mueve por ciclos, se mueve por ciclones.

Era una mujer de mundo: trabajaba en un ultramarinos.

Los carabineros son los policías del mar.

Dios es el jefe de los controladores aéreos.

Cuando yo era niño la silicona se usaba para sellar ventanas; ahora, se usa para abrir puertas.

EL ALPINISTA

El alpinista miró una vez más la fotografía, se despidió de sus compañeros y dejó atrás el campamento en plena tormenta. Un viento helado silbaba y los copos caían tan deprisa que le impedían vislumbrar la cima, aunque le parecía hermoso. Subía penosamente, apartando a manotazos la nieve que intentaba colarse en su pasamontañas, la misma que al caer ayudaba a sepultar sus huellas. Subía y notaba que los dedos, la nariz y las orejas no eran suyas, que le abandonaban, que una parte de él se iba durmiendo, que estaba soñándose. Pero no dejaba de subir. Sentía que le faltaba el aire y que una prensa le apretaba el pecho. Pero continuaba subiendo. Giró a la izquierda, entre dos peñascos, y, al fin, logró ver la cima. Estaba más cerca de lo que pensaba, tan cerca que casi podía tocarla con las yemas de sus dedos dormidos. Estaba tan cerca que ya estaba allí, en medio de las nubes. Estaba tan cerca que ya casi no estaba cuando sacó de un bolsillo la fotografía y se puso a mirarla. Cuando, muchos años después, le encontraron entre las nubes aún la seguía mirando.

3 de octubre de 2008

PROFETA EN MI TIERRA

Como bilbaíno escritor, por este orden, me ha hecho mucha ilusión que me saquen en el suplemento cultural Pérgola del periódico Bilbao. Se trata de un periódico municipal que el Ayuntamiento envía gratis (somos de Bilbao pues) a todos sus ciudadanos, de manera que es muy posible que me llame mi abuela emocionada, se forme un ligero tumulto en la panadería donde compra mi madre o alguno de mis maestros constate que, cumpliendo sus predicciones, no he llegado muy lejos y encima me estoy quedando calvo.

Enlace a la entrevista.


P.S.: La foto que acompaña a la entrevista fue tomada en el Puerto Deportivo de Getxo, en cuyas terrazas uno puede tomarse a mediodía un buen txakolí con un pintxo de "verdad". Los barcos que se ven al fondo no son de mi propiedad.



2 de octubre de 2008

HAY DÍAS QUE MERECE LA PENA SER ESCRITOR

Y hoy es uno de ellos. Lean el comentario que me ha dejado María en el post anterior:

"Hola Juan Carlos. Estoy leyendo Norteamérica profunda. Me dejó el libro mi profesora de Lengua (www.eldesvandeloslibros.net) porque nos leyó uno de tus cuentos en clase y me gustó mucho. Bueno, nos gustó mucho a todos. Yo quería seguir leyendo mas cuentos y me dejó tu libro. Voy a leer también Oficios, pero Marta se lo ha dejado a una compañera mía de clase y después me lo pasa. Bueno, sólo quería decirte eso, que tus relatos son muy chulos y que creo que me los voy a comprar. Es que con los libros me pasa como con los discos, que primero ojeo y después compro si me gusta :)) Nosotros tenemos una lista de lecturas opcionales que suben nota y que son cuentos y nos ha leido un cuento de cada libro para que nos hiciéramos una idea. Bueno, pues nada, que escribes genial. Te dejo porque estoy con catarro en casa y me duele la cabeza. Hasta otra."

Muchas gracias a las dos, a María por sus impresiones, que me han alegrado el día, y a Marta por hacerlas posibles con su lectura en clase de mis cuentos. Un abrazo, chicas.

P. S.: María, de Oficios no me quedan ejemplares, pero me gustaría regalarte uno de Norteamérica profunda dedicado. Envíame, si eres tan amable, tu dirección postal a este correo para que te lo pueda hacer llegar: jkmarkez@yahoo.es